Todo o nada by M. Leighton

Todo o nada by M. Leighton

autor:M. Leighton [Leighton, M.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-08-06T04:00:00+00:00


20

Cash

Tengo demasiada adrenalina en las venas para conseguir conciliar el sueño. Cuanto más se acerca el amanecer, más ansioso estoy de ponerme en movimiento de una vez.

Miro el reloj. Al no disponer de ventanas no puedo ver despuntar el sol, pero sé que lo ha hecho. Y eso me hace pensar en Olivia; espero que esté durmiendo pacíficamente en casa de su madre. Sola.

Pensar en que Gavin puede estar junto a ella me sienta como una patada en los huevos. Con un gruñido, me pongo el brazo sobre los ojos e intento aclararme la mente.

No funciona. No puedo dejar de pensar en ella.

«Si la llamo por teléfono y dejo que suene una sola vez…».

No tiene el sueño ligero. Un solo timbrazo no la despertará si está durmiendo, pero si está despierta…

Aprieto una tecla para marcar el número del móvil prepago desechable y el teléfono lo marca automáticamente.

Suena una vez y me pongo en tensión. Poco antes de oprimir el botón para colgar, la voz de Olivia inunda mis oídos.

—Hola —me saluda con sencillez. Sonrío. Casi puedo ver su tímida mirada mientras pronuncia la palabra. Una palabra solo, pero sé que está contenta de que la haya llamado. Ahora mi mayor deseo es conducir hasta casa de su madre, colarme por la ventana y hacer el amor con ella de una manera lenta y pausada contra la pared.

—Estás despierta.

—Sí. No puedo dormir. ¿Y tú?

—Tampoco. No hago más que pensar.

—Me suena eso…

Hay un largo silencio durante el que, estoy seguro, ella se pregunta lo que quiero. Sin embargo, es Olivia la que habla antes.

—Me alegro mucho de que me hayas llamado por teléfono. Quiero decirte algo. Es algo que debería haber dicho antes, pero no lo hice. Debería haberlo hecho porque ahora lamento profundamente no haberme atrevido cuando estábamos cara a cara. Soy idiota, lo sé…

Sonrío en la oscuridad. Estoy dispuesto a apostar mil dólares a que está retorciéndose el pelo con nerviosismo. Lo hace cuando se pone nerviosa y ahora es muy evidente que lo está, por lo rápido que dice cada palabra.

—¿Qué querías decirme? —Estoy seguro de que lo sé. Sé lo que siente por mí. Es fácil de reconocer cuando no lucha contra ello o se pierde en la mierda pasada que ensucia sus pensamientos. Y espero que, después de todo lo que ha ocurrido, ella también sepa lo que siento yo. Pero es una mujer… Creo que hay que deletrearles cada palabra. A diferencia de los hombres, ellas necesitan las palabras; el carácter definitivo que implican. Los hombres no lo hacemos pero, de todas maneras, no me importaría nada oírselas decir.

La escucho tomar aliento profundamente y me la imagino apretando los ojos, como si fuera a lanzarse por un puente o algo por el estilo. Tomando aliento para saltar. Y Olivia, seguramente, está sintiéndose así; a punto de dar un salto.

—Creo que me he enamorado de ti —farfulla—. ¡Por favor, no digas nada! —se apresura a decir antes de que yo pueda hablar—. No quiero que te sientas obligado a decir nada.



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